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PÍO DE PIELTRECINA 337 to que el de las desconsoladas angustias. La justicia no tiene nada que castigar en ti sino en · otros, pero tú, víctima, expías por los hermanos lo que todavía falta a la pasión de Jesucristo. Esta es toda la verdad, la sola verdad». Verdad experimentada en sí mismo: «Hijo mío, tengo necesidad de víctimas para calmar la ira justa y divina de mi Padre; renuévame el sacrificio de toda tu persona»; «Oh qué bella cosa convertirse en víctima del amor». Pero sufrir con Jesús y como Jesús es también signo de una alternativa de vida: «Sé que sufro: pero el sufrimiento, ¿no es qui– zás el : signo cierto de que Dios te ama? Sé que sufro: pero este sufrimiento, ¿no es quizás el distintivo de toda alma que ha escogi– do como su lote y heredad un Dios, y un Dios crucificado?». Es la misma voluntad de Jesús: «Jesús ha escogido como estan– darte la cruz y, por eso, quiere que todos sus seguidores deban pa– tear el camino del Calvario, llevando la cruz, para después expirar tendidos sobre ella». En este sentido interpreta, refiriéndose al texto paulino, el sacramento fundamental del cristiano, el bautismo: «Lo que fue la cruz para Jesucristo, esto es para nosotros el bautismo». Maestro insuperable de la espiritualidad de la pasión, el padre Pío es un pionero en orientar la vida bajo el signo de la cruz antes que bajo el esplendor de la resurrección: «Jesús glorificado es her– moso; pero aun cuando lo sea tal, me parece que lo es mayormente estando crucificado». Consumido por el amor de Dios y el amor del prójimo La espiritualidad de la pasión tiene en el padre Pío una horma única expresada por él mismo con fuerza, de esta manera: «Me con– sume el amor de Dios y el amor del prójimo»; está sólidamente basada en la lógica del amor descrita en 1 Jn 3, 16: «En esto hemos conocido el amor, en que él dio su vida por nosotros y nosotros debemos dar la vida por los hermanos». El itinerario místico del padre Pío describe esta lógica. El epis– tolario, sobre todo el primer volumen, documenta el misterio del encuentro de su alma con Dios que le enriquece con dones místicos empujándole al compromiso de «vivir para los hermanos» (1 enero 1921). «Me consuela saber que crecen las tempestades porque esto
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