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330 « ... el Señor me dio hermanos» discernimiento de espíritus, la profecía, el don de la bilocación, los efluvios y perfumes olorosos- no eran otra. cosa que «medios pro– videnciales para acreditar el misterio de la reconciliación con Dios». Sin embargo, la «clientela mundial», al mismo tiempo, crecía en torno al padre Pío por otra línea de fuerza, de naturaleza esen– cialmente espiritual: la dirección de las almas, la confesión sacra– mental y la celebración de la misa. El director espiritual El padre Pío inició su actividad de dirección espiritual, en el sentido ordinario de la expresión, con un primer grupillo de almas desde su llegada a San Giovanni Rotonda. Los puntos claves fueron dos encuentros semanales con conferencias en común, la propuesta de los medios de perfección más principales, según la doctrina co– mún tradicional y la unidad de padre espiritual y confesor. No es erróneo el reconocer en este pequeño grupo el primer «grupo de oración», según su propósito de formar «pocas y bien formadas almas que a su vez serán simiente para otras almas», y, según su misma sugerencia expresada en el desarrollo de las reunio– nes: «El material está preparado -dijo-, ahora comenzar a cons– truir». Pero el aspecto más notable de la dirección espiritual del padre Pío y de su estatura como director espiritual se puede deducir de la dirección por correspondencia, considerada por los expertos como extraordinaria. El epistolario publicado comprende tres volú– menes. Tal correspondencia, interrumpida por orden del entonces Santo Oficio el 2 de junio de 1922, ocupa ciertamente un puesto de honor entre los epistolarios clásicos del género. Motivos de espacio no permiten ni siquiera una sumaria indica– ción de las características y de las dimensiones de la dirección espiri– tual hecha por el padre Pío y por eso hay que remitirse a los estu– dios realizados por el padre Melchor de Pobladura: «En la escuela espiritual del padre Pío» y «Problemática de la dirección espiritual en el epistolario del padre Pío». , La novedad de tal dirección no hay que buscarla tanto en los medios y en las indicaciones de teología espiritual cuanto en la cons– tancia de vivir en primera persona y en hacer vivir a las almas di-
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