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314 «.. . el Señor me dio hermanos» estoy como un pájaro en la jaula. Mi corazón está simpre más allá del mar». Las pocas horas fuera de la «jaula» Eran las horas que el padre Leopoldo pasaba en coloquio con la Virgen, a la que llamaba en dialecto véneto la «Paroma benede– ta» (Madre bendita). Cada día celebraba la misa en el altar lateral de la Inmaculada; recitaba el oficio parvo y rezaba muchos rosa– rios. De cuando en cuando peregrinaba a la Virgen de la Salud, venerada en la próxima iglesia parroquial de S. Croce de Padua o a la Bienaventurada Virgen Constantinopolitana, en la basílica pa– duana de Sta. Justina, o a la Inmaculada de la capillita del huerto capuchino .y le llevaba unas flores. En julio de 1934 fue a Lourdes, «contentísimo» y testigo de «cosas maravillosas». Alguna vez pudo volver a la Virgen del Scar– pello , en el santuario de su infancia, en medio de las Bocas de Cá– taro. Oraba intensamente a la Virgen, hablaba de Ella con fervor, considerándose el «niño» de la Virgen, llegando a escribirle con fre– cuencia algunas cartitas. Alguna vez salía del confesonario y se acercaba en la misma iglesia a alguna esposa en estado de buena esperanza para escuchar– la, animarla, bendecirla y prometerle su oración por el éxito del nacimiento. A los niños también les brindaba sonrisas, caricias y bendiciones. Las salidas de su celdilla-confesonario eran para visitar a los enfermos en Padua o en otro pueblo cercano, en clínica o en casas privadas. Por todos ellos se hacía hermano que anima y sacerdote que absuelve. A menudo se dirigía a la enfermería del convento para confortar a los hermanos enfermos o ancianos. A cada uno le repetía el mismo estribillo: «¡Tenga fe! ¡Tenga fe!». Como médico de las almas que era, el padre Leopoldo amaba particularmente a los médicos y les estimulaba a que ejercieran el más afectuoso servicio de los enfermos para curar sus cuerpos y aliviarles los dolores . Repetía a los médicos y a los enfermos: «Dios es médico y medicina». Sólo tenía retazos de tiempo entre las confesiones y entonces escribía a los amigos, a penitentes, a hijos espirituales. Se conservan

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