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LEOPOLDO MA~Dlé 313 Insistía al hablar con los médicos: «El derecho a nacer y a la vida es sagrado e inviolable y por eso no sólo hay culpa, sino maldición y condena inexorable para los que a él se oponen; ningu– na finalidad médica, eugenética, social, moral, económica puede servir de justificación para tal supresión». Igualmente inflexible se mantenía ante los maridos violentos con sus esposas o infieles o quizá muy bestias. Lo manifestaba él mis– mo: «cuando se me presentan maridos de esta índole, los pongo entre la espada y la pared, delante de su responsabilidad». Añadía para los que traicionan la fidelidad conyugal que «la mayor de las traiciones al mundo es traicionar el afecto». El menudo Mandié parecía convertirse en un... gigante, cuando se encontraba de tú a tú con opresores. El hermano-dulzura se trans– formaba en explosión, y, aunque balbuciente, vigorizaba su palabra y su tono para reivindicar los derechos de los pobres, de los obre– ros, de la mujer débil, de cualquier persona oprimida por el prepo– tente o por el injusto. Al encontrarse frente a la violencia o la opre– sión, el capuchino sentía su doble condición de sacerdote y además dálmata. Pagando en persona El confesor de la plaza S. Croce se comprometía a cumplir él la penitencia ofreciendo y sufriendo. Solía repetir: «¡Pongo poca penitencia a los que se confiesan porque lo demás lo hago yo!». Hallado de noche orando, daba esta explicación: «¡Tengo que hacer penitencia por mis penitentes!». Su mayor penitencia era pasar todo el día en aquella celdilla, muy fría en invierno y un horno en verano. Permanecía, no obstan– te, allí desafiando al frío y al calor: «Si no hago penitencia por mis penitentes ... ». La más dura penitencia -presente y pesante durante toda su vida en Padua- fue el sentirse como un «enjaulado» en aquella celdilla-confesonario -2,65 m. de longitud, 1,70 de anchura y 2,50 de altura- mientras todo su ser estaba mirando al Oriente, a sus pueblos para alcanzar la unidad católica. Hizo esta confidencia: «Por ahora, no hay forma de escapar de Padua; me quieren aquí, aunque

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