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306 « ... el Señor me dio hermanos» En el «Librillo 1931-1938», con fecha 31 de marzo de 1936, corroboró: «Según mi vocación, muy bien conocida por mí, renuevo mi voto al divino corazón dé Jesús y a la beatísima virgen María, corredentora del género humano, por el retorno de los disidentes orientales a la unidad católica. Tal voto será toda la razón de mi vida». El compromiso de toda una vida Un «sufrido del Oriente»: así lo juzgaban y juzgan al padre Leopoldo cuantos leen sus repetidos compromisos por el ecumenis– mo. «El padre Leopoldo fue 'ecuménico' ante litteram, esto es, so– ñó , presagió, promovió, incluso sin actuar clamorosamente, la re– composición de la perfecta unidad de la Iglesia». Este fue el juicio del papa Pablo VI al proclamarlo beato. Desde los 21 años hasta la muerte, el padre Leopoldo mantuvo vivo este ideal y programa de la unidad. Imposibilitado para volver entre los suyos en el Oriente, se comprometió en todo y por todo a implorar la unidad, a realizar el ut unum sint (que sean uno). Director de los estudiantes de filosofía en Padua, desde 1910 hasta 1914, aseguraba en una paginita con fecha 21 de agosto de 1914: «El objetivo de mi vida debe ser el retorno de los disidentes orientales a la unidad católica; esto es... tengo que encauzar todas mis energías, en cuanto me lo permita mi pequeñez, a llevar lo que sea a obra tan grande, con el mérito del sacrificio de mi vida. Por esto, mientras por obediencia de mis superiores siga ejerciendo el cargo de director de nuestros jóvenes, procuraré por todos los medios que las circuns– tancias pongan a mi alcance preparar a los apóstoles que a su debido tiempo se encargarán de obra tan importante». El 27 de junio de 1941 volvía a escribir: «Toda la razón de mi vida tiene que ser este diseño divino, o sea, que también yo, a mi modo (pro modulo meo) aporte algo, a fin de que un día... los disidentes orientales regresen a la unidad católica». El repetido «pro modulo meo» incluía todo medio del que pu– diera disponer, respetando las tareas que la obediencia le confiara. El primer medio para promover la unidad, el más costoso, fue el ofrecerse como víctima. El 27 de agosto de 1912, escribió en
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