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294 «... el Señor me dio hermanos» Sintetizamos los hechos con una cita de la prensa lo cal: «El humilde fray Leopoldo de Alpandeire subió ayer a su última mora– da. Las mujeres habían pasado sobre sus manos centenares de rosa– rios. Los hombres se disputaron al doloroso honor de llevarlo en alto sobre los hombros. - ¡Fue un sencillo seguidor de san Francisco! -oímos comen– tar-. Como él, amaba lo pequeño, encontrando en todo lo creado la fragancia de Dios. Supo hacer de su vida una total ofrenda, valo– rándose tan poco, que Jesús le habrá ensalzado sobre los poderosos, y el Pobrecillo de Asís le habrá sonreído con amor a las puertas del Paraíso». Se quedó con nosotros A los dos años de permanencia en el cementerio de la ciudad, fue trasladado a la iglesia conventual, donde la devoción de los fie– les le dedicó una hermosa cripta. Todos los días del año son ince– santes las visitas a su sepulcro, y el día nueve de cada mes, multitu– dinarias. Siempre hay flores sobre el sepulcro, y los días nueve, en cantidades ingentes. Se calcula que, cada año, su tumba es visitada por más de un millón de personas. Tanto el número de devotos, como los lugares de su procedencia, se acrecientan de día en día. Diariamente se reciben testimonios de agradecimiento, en los que se narran gracias y favores de España y de otras naciones. El proceso Ordinario fue incoado en Granada el 26 de junio de 1961 y clausurado el 3 de julio de 1976. El 29 de julio, del mismo año, se recibió el Nihil Obstat de la congregación para la doctrina de la fe. Y el 9 de marzo de 1979 la aprobación de Positio super Scriptis. El 9 de febrero de 1981 -XXV aniversario de su muerte– el padre general, fray Pascual Rywalski, bendijo una residencia de ancianos -Hogar Fray Leopoldo- construido en terrenos contiguos al convento cedido por sus hermanos capuchinos y costeado con los donativos y dedicación de sus devotos. Así, sigue con nosotros y Dios quiere perpetuar sus caridades entre los hombres.

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