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LEOPOLDO DE ALPANDEIRE 277 no regresaban nunca. España, durante la segunda mitad del siglo XIX, sostenía guerras coloniales que vaciaban las arcas del tesoro nacional y diezmaban a sus hijos en plenitud de vida. El mismo Francisco lloró, años más tarde, la muerte de su tercer hermano, Diego, que sucumbió en la guerrilla contra los «insurrectos» de Cuba. En el interior, conspiraciones y batallas. La revolución del 68 que ya nadie se atreve a llamar «Gloriosa». Expulsión de Isabel 11 que nunca gobernó mucho más allá de su alcoba. Luego, cada facción quiere colocar en el trono a su candidato; con el visto bue– no de las cancillerías europeas interesadas se elige a Amadeo de Saboya. Las intrigas se multiplican. Conspiran los alfonsinos, los republicanos y los carlistas. El rey Amadeo I, aislado, renuncia a los dos años. Se rumorea que dijo a sus íntimos: Non capisco nien– te. Y agregó una verdad amarga: Siamo in una gabbia di matti. Jaula de locos que siguió con el desbarajuste de la I República, la guerra de Cuba, los carlistas hostigando en el norte, los pronun– ciamientos militares... Tristes, inútiles guerras que costaron tanta san– gre y dejaron al pueblo en la miseria. Bien sabe Francisco a lo que se expone. Pero, honrado, no quiso descargar sobre otro lo que le correspondía a él. Vocación probada En su adolescencia manifestó deseos de consagrarse a Dios en la vida religiosa. Mas, aislado por lo inaccesible de la serranía -caminos de herraduras- le resultaba difícil el contacto con reli– giosos. Un dato: él recibió la Confirmación con veintisiete años de edad. Pasaban los lustros sin que las mitras y báculos pastorales aparecieran por aquellos peligrosos roquedales. En sus salidas al servicio militar y a la campiña jerezana, tam– poco tuvo posibilidades. Los religiosos, tímidamente y en escaso nú– mero, comenzaban a regresar del destierro de 1835. Aprovechó, pues, la estancia en Ronda de aquellos capuchinos. Previo un somero exa– men, le prometieron enviarle un cuestionario para solicitar su ingre– so. Pero el cuestionario no llegó. Durante el triduo al nuevo beato, no se perdió ninguno de los

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