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LUIS AMIGÓ Y FERRER 263 arzobispo de Valencia lo nombró consultor del concilio convocado en esa ciudad y el obispo de Segorbe, examinador sinodal. Pero el traslado del fundador suscitó entre sus hijos e hijas el natural sentimiento, no faltando incluso quienes lo echaran a de– sinterés de la orden-madre para con ellos. Esta circunstancia fue aprovechada por un religioso de otra congregación para animarles a mudar de «nodriza» ... , pues con los capuchinos -les decía- no tendrían vida jamás. Más delicada aún fue la situación que se pre– sentó a las terciarias capuchinas al quedar el padre Joaquín de Lle– vaneras separado de la provincia de Toledo y pretender llevarse al norte el noviciado de las mismas, de acuerdo con alguna religiosa, plan que fue desbaratado por la prudencia y rapidez con que lo atajó el fundador. A esos sobresaltos por el porvenir de su obra se añadieron otras zozobras de índole puramente personal, como tentaciones contra la fe y dudas sobre la validez de su ordenación sacerdotal. De ellas le sacó el Señor de un modo extraordinario: acabada un día la cele– bración de la misa, corrió el sacristán a decirle que alguien le espe– raba junto al confesonario con toda urgencia. Apenas se hubo sen– tado, se acercó una jovencita temblando tanto que hasta el mueble se estremecía, y le dijo: «Ay, padre, le llamo para decirle que, al alzar usted a Dios en la misa, he visto en sus manos un niño tan hermoso cual no vi jamás otro igual». En 1892 se ordenaron los primeros terciarios capuchinos, asis– tiendo a l¡:t misa siguiente el padre Luis con indecible gozo. Al evo– carlo en sus memorias, la exclamación del fundador era, infalible– mente, la de «¡Sea Dios bendito por tantas misericordias!». Primer provincial de Valencia En los años siguientes fue elegido y reelegido definidor provin– cial y guardián del convento-seminario de Ollería, en el que introdu– jo importantes reformas materiales y culturales. Al subdividirse la provincia de Toledo en las de Andalucía y Valencia en 1898, fue nombrado provincial de la segunda, teniendo entre sus definidores al padre Melchor de Benisa, futuro ministro general de la Orden
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