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262 « ... el Señor me dio hermanos» capuchinos, y así lo hizo el obispo de Madrid. Examinadas sobre el terreno la institución y su finalidad por el propio padre Luis en 1890, la aceptó, prometiendo enviar a hacerse cargo de ella a algu– nos de sus primeros profesos. «Fue y ha sido siempre esta casa -escribió en su vida- la más importante fundación de la Congre– gación». A esa fina obra de reforma infantil y protección de menores, se sumó pronto la emprendida en favor de los jóvenes vagabundos o «hijos del arroyo», por quienes no se interesaban ni sus mismos padres y cuyo paradero obvio solía ser la delincuencia y la cárcel consiguiente. Merced a la pedagogía del padre Amigó surgirían re– formatorios para esos jóvenes en muchas ciudades españolas y ex– tranjeras. En total pasan hoy de un centenar los centros educativos basados en su inspiración. El secreto de su método se cifra en el principio de la persuasión por la piedad, el amor al corrigendo, la emulación, la prevención y el trato diferenciado a cada alumno. La meta última era idéntica para todos los formados o reformados: el temor de Dios como cla– ve cristiana del bien obrar individual y social. Admirablemente se comprendió después así: «Nuestro método no admite ningún medio violento ni coercitivo. Será suficiente usar medios de persuasión y de ayuda, acompañados de otros de previ– sión y de estímulo, de formación racional y de sostén, para conse– guir la perseverancia en el bien obrar». Por los buenos efectos de ese sistema educativo su obra ha me– recido ser parangonada con las de los santos Juan Bosco y Juan Bautista de la Salle. Los tribulaciones de un fundador El padre Andermatt, que visitó en ese tiempo España y conoció de cerca la labor realizada por el padre Luis, quedó impresionado y entusiasmado. A raíz de su visita, la provincia capuchina ibérica fue dividida en otras tres, denominadas de Aragón, Castilla y Tole– do. A ésta fue incardinado el padre Luis con los cargos de defini– dor, vicario del convento de Orihuela y lector, oficio que cambiaría poco después por el de director de la orden franciscana seglar. El