BCCCAP00000000000000000000682
258 «. .. el Señor me dio hermanos» do menos de recordarle las palabras de dicho padre en Bayona acer– ca de quién habría de cuidar del futuro de sus monjitas. Este había muerto el año anterior (1880). Desde aquel momento el padre Luis simultaneó la atención a los terciarios seculares y a la naciente congregación femenina de vi– da consagrada, cuya aprobación eclesiástica obtendría del cardenal Antolín Monescillo y Viso en 1885. En dicho año dio la profesión perpetua a sus tres primeras religiosas, la temporal a ocho novicias y el hábito a cuatro postulantes. La obra insigne de las terciarias capuchinas de la Sagrada Fa– milia, con su nuevo hábito, las constituciones y el reconocimiento a nivel diocesano, estaba en marcha. Sus estatutos las describen así: «El fin general de esta Congregación será servir al Señor, procuran– do su gloria en vida mixta (...), entregándose unas veces a la dulzu– ra de la contemplación, y dedicándose otras, con solicitud y desve– lo, a socorrer las necesidades de sus prójimos en los hospitales y asilos, singularmente de huérfanas y colegios de corrección paternal, y éste será el fin especial de la Congregación. No obstante esto, si en algún tiempo las Misiones entre infieles reclamaran sus servi– cios, se prestarán dóciles a tan noble y santa obra». El fundador extendería más tarde ese apostolado al de las muchachas y jóvenes extraviadas. Pero ningún trabajo le empeñaba tanto en aquellos años como el de colaborar a la formación de los novicios capuchinos, que lle– garon a ser, en número, más de treinta. Uno de sus profesos recor– daba después cómo en los paseos la conversación del vicemaestro era siempre de cosas del espíritu. Los apuros de un superior En 1885 fue nombrado definidor de la recién erigida provincia de España, que reemplazaba al antiguo comisariato apostólico, y guardián del convento de Masamagrell, donde a la sazón vivían más de ochenta religiosos, muchos de ellos ancianos. Una terrible epide– mia de cólera hizo estragos entre ellos y en la comarca, que la guar– dia civil acordonó para cortar el contagio. En situación tan angus– tiosa, escribió al descubridor de la vacuna anticolérica, Jaime Fe-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz