BCCCAP00000000000000000000682
Luis Amigó y Ferrer Un Don Bosco capuchino Germán Zamora Una familia ejemplar De niño le gustaba jugar con otros niños a hacer altares, cele– brar misa y organizar procesiones y fiestas religiosas. Cuando un adulto, que los observaba con curiosidad, les preguntó una vez qué pensaban ser de mayores, se cuenta que nuestro biografiado no va– ciló en responder: «Yo, obispo». Muchos años después, durante la segunda parte de su larga vida, rubricaría, efectivamente, multitud de documentos con esta lacónica firma: «Fray Luis, obispo» . Y, al escribir su autobiografía interpretaría aquel gusto infantil por lo religioso como un signo precoz de que su existencia iba a estar toda muy marcada por Dios en servicio de los hombres. José María Amigó y Ferrer nacía en el pueblo valenciano de Masamagrell el 17 de octubre de 1854, en plena epidemia de cólera que segó la vida en flor de muchas madres, o durante el embarazo, o al dar luz. El hecho de haber superado ese peligro la suya, contra toda previsión, y el de nacer en el año de la definición dogmática de la Inmaculada, serían considerados por el hijo como indicios de una particular protección divina. Bautizado al día siguiente de su nacimiento, el nombre de José Marí¡t que recibió le evocaría luego de continuo el recuerdo de la Sagrada Familia, devoción siempre con peso muy específico en su vida, como se verá. El hogar formado por sus progenitores, Gaspar, abogado de profesión, y Genoveva, hija de comerciantes, parecía tener por espe– jo de virtudes el de Nazaret. El padre se había educado con los jesuitas, sobresaliendo por sus conocimientos de música, poesía y
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz