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FRANCISCO DE ORIHUELA 233 populares, la atención a la orden tercera, las peregrinaciones al san– tuario mariano del Puig.... Pero dos facetas merecen especial men– ción: su caritativa entrega al cuidado de los enfermos durante la peste bubónica de 1885, que asoló a la comarca, y a su disponibili– dad en el ministerio del confesonario. De boca en boca corría la noticia de que a la Magdalena había llegado un santo confesor. El padre Francisco pasaba largas horas del día en el confesonario atendiendo a los fieles que llegaban hasta de 16 horas a pie. La afluencia cada día era más numerosa, y, para evitar aglomeraciones, fue necesario establecer turnos para los distintos pueblos. Los fieles comenzaron a atribuirle fenómenos místicos como la bilocación, el éxtasis, la discreción del espíritu ... Pero sobre todo eran unánimes en un testimonio: el padre Francisco mueve a las almas a una sincera penitencia y comunica una profunda paz interior. «Tenía algo especial que conmovía... Uno podía llegar preocupado o desa– nimado, pero se retiraba del confesonario tranquilo y contento». Acompañando a los novicios, pasó cerca de tres años en Ollería (1887-89) siguiendo la misma línea de fecundidad apostólica, y de nuevo regresaría a la Magdalena como maestro de novicios. Misionero La unión con Roma (1885) abriría e impulsaría la expansión misionera de los capuchinos españoles; comenzaba a respirarse un ambiente misional extraordinario; en 1886 partía la primera expedi– ción de capuchinos para Oceanía bajo el Patronato Regio, y dos años después la meta sería América. Los capuchinos valencianos ha– bían trabajado durante más de un siglo en la Misión de la Goajira, que fue abandonada a consecuencias de la guerra de la Independen– cia americana y el cambio político-religioso de España, que condujo a la exclaustración de 1835. Esa situación se prolongaría por más de 70 años debido a las continuas guerras civiles, a las débiles, y en ocasiones, nulas relaciones de la Santa Sede con el Gobierno Re– publicano y a la cambiante legislación indigenista. La Constitución del 86, de inspiración católica, coincidiría con la expansión misione-

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