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232 «... el Señor me dio hermanos» y prolongados ayunos ... le perfilan como un auténtico hombre de Dios. Próximo a su ordenación sacerdotal, soportó una profunda cri– sis vocadonal. Comenzaba a percibir con cierta claridad su voca– ción religiosa, a la vez que sentía su indignidad para acceder al sacerdocio, mezclado con un cierto temor de verse envuelto en los atractivos del mundo. Con todo, obedeciendo a su obispo y a su director espiritual, fue ordenado sacerdote el 22 de mayo de 1875. Un año después, movido por su natural inclinación a la sole– dad, ingresa en la Trapa de Divielle, cerca de Dax (Francia). A lo largo de su vida añoraría aquel silencio con los hombres, que le permitía el diálogo continuo y profundo con Dios. Pero, antes de emitir sus votos, sobrevino la exclaustración decretada por el Go– bierno francés el 19 de marzo de 1880, cambiando de nuevo el rum– bo de su vida. Capuchino El 8 de mayo de 1880 ingresa en el noviciado de los capuchinos de Pamplona, recién restaurado por el padre Esteban de Adoáin. Sus primeros años en la vida capuchina quedan enmarcados den– tro del período de la restauración de la Orden en España. La expan– sión de la Orden fue rápida y notoria -se hablaba del milagro español- pero debía enfrentarse a dos graves problemas: la vuelta a la unidad con Roma (con la supresión del Comisariato Apostóli– co), y la posterior restauración de las antiguas provincias españolas. En torno a estos problemas se vivieron momentos de fuerte tensión, agravados por la circunstancia de la distinta procedencia de los res– tauradores: los exclaustrados, los originarios de Bayona y los veni– dos del Comisariato de Ecuador. El padre Francisco, desde los dis– tintos cargos que ocupó, pero aún más, desde su vida, contribuiría eficazmente a la solución positiva de estos problemas. Recién profeso fue destinado al convento de la Magdalena de Masamagrell, donde ocuparía los cargos de vicario y vicemaestro y años después sería nombrado maestro de novicios y definidor de la provincia de Toledo. Junto al padre Luis de Masamagrell haría del convento de la Magdalena un centro de irradiación espiritual para toda la huerta norte de Valencia, a través de las misiones