BCCCAP00000000000000000000682

220 « ... el Señor me dio hermanos» to de la Annunziata. Dos años después, tras la profesión solemne, se le nombra vicemaestro de novicios. En este cargo duró algo más de un año. En noviembre de 1879 se traslada el noviciado a Lovere e Inocencia se queda en la Annunziata sin cargo alguno. Al año siguiente, octubre 1880, se le destina a un cargo de cierto prestigio: en Milan-Monforte forma parte de la dirección de la conocida revis– ta titulada «Annali Francescani». Pero sólo unos meses después, en febrero de 1881, baja a una posición más modesta, la que podíamos llamar su «pasión»; se le envía como suplente al convento de Sab– bioni en Crema. En junio de 1881 sube de nuevo a la Annunziata: regresa a su casa, a su valle, a la soledad, al fervoroso y activo apostolado. En otoño de 1889 recibe una llamada de los superiores, pero esta vez no es para trasladarlo de convento. Lo presentan a los hermanos de la provincia religiosa para que predique los ejercicios espirituales en los principales conventos: Milán-Monforte, Albino, Bérgamo, Brescia. Los religiosos de las fraternidades más pequeñas pueden reunirse para escuchar la palabra del padre Inocencia. Pero esta vez es el Señor el que le sale al encuentro. Mientras predica en Albino enferma gravemente, se le conduce a la enfermería de Bérgamo y allí muere el 3 de marzo de 1890. Es interesante seguir en la vida del padre Inocencia las alterna– tivas de ascenso y descenso que marcan tanto los años de ministerio como sacerdote diocesano, como los de su vida religiosa. Parece que los superiores tienen la impresión de que no ocupaba nunca el puesto justo. Si desempeñaba un oficio de poca importancia fácil– mente se descubrían sus brillantes dotes intelectuales y humanas; en– tonces los superiores caían en la tentación de confiarle un cargo de mayor responsabilidad. Pero cada vez tenían que replantearse de nuevo el problema, porque los resultados no respondían a las esperanzas. En realidad, lo que el padre Inocencia deseaba es servir estando en el último puesto: «se había encorvado físicamente y se retiraba a un rincón como si intentase desaparecer». La convivencia con los demás religiosos es uno de los aspectos más simpáticos de la vida del padre Inocencia. Los religiosos no eran muy propensos a reconocer la presencia de un santo dentro de la fraternidad. «Tenéis un santo en el convento y no lo sabéis»,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz