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158 «...el Señor me dio hermanos» propagando a la vez la devoción a María y dando a conocer su misión en el plan de salvación. Junto a estas dos devociones tan capuchinas, cabe destacar su devoción a san José, la cual adquirió en el seno de su familia; la devoción a san Francisco de Asís , tan evidente en su vocación capu– china y manifestada en el empeño que puso por observar e imitar sus virtudes; la devoción a santa Clara, no menos capuchina puesto que los capuchinos, a lo largo de la historia, han velado para que el espíritu de la santa se conservara entre sus hijas. La regla y for– ma de vida de santa Clara es la que el padre Tous diera a la con– gregación por él fundada. Inspiración y energía para una obra socio-eclesial Pasada la revolución de 1835 era necesaria en toda España una restauración moral y religiosa, poco atendida especialmente en las villas y pueblos. Sobre todo, se hacía necesaria a través de la ense– ñanza organizada en la escuela. Una ley dada el 21 de julio de 1838, obligaba a dar en todas las escuelas públicas unos principios de reli– gión y moral, pero que, como podemos suponer, eran insuficientes. El padre Tous, hombre auténticamente carismático, comprendió la urgencia que había de suplir esta falta de enseñanza cristiana en Cataluña. Esta llamada unida a los deseos expresados por algunas jóvenes que él dirigía, que le solicitaban les orientase en algún apos– tolado útil y que incluso le insinuaban d·eseos de una mayor exigen– cia religiosa -recordemos que algunas habían permanecido por al– gún tiempo en comunidades religiosas-, debieron llevar al padre Tous a inclinarse por llevar a término la fundación de una congre– gación de religiosas dedicadas a esta urgente tarea de educar a la niñez y a la juventud. Asesorado por el también capuchino padre José (Serrancolí) de Alpens, y tal vez por su amigo de infancia el padre Claret, el padre Tous aplicó todas sus energías en esta nueva obra a la cual perma– necerá ligado ya toda su vida. Dos primeras dificultades encontró el fundador en su fidelidad al Señor: por un lado, la oposición de las autoridades civiles siem-

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