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148 « ... el Señor me dio hermanos» reliquias no respetaban ni los pelos de su barba proverbial. Su funeral fue presidido por un obispo y futuro cardenal. Sobre su tumba, en el cementerio conventual, se pondría por inscripción la del «Ego sum ver– mis et non homo». Un bienhechor del convento escribió al padre general: «La religión capuchina tiene un santo más, y estos religiosos están huérfanos». Su sepulcro siguió siendo visitado a partir de entonces como lo había sido el cadáver en los días que estuvo expuesto antes del sepe– lio. Se recuerda, entre los visitantes ilustres, los nombres de dos cardenales y el de la exreina Isabel 11, la penitente de su amigo san Antonio María Claret. Esa veneración obligó a reconocer sus restos, hecho verificado el 25 de abril de 1898. Se pedía por las gentes la incoación del proceso con vistas a su posible beatificación. En 1912 se nombró un vicepostu– lador con ese fin, pero desgraciadamente otras ocupaciones le impidie– ron dedicarse a ésa. Cuando había transcurrido 44 años de su muerte, en 1924, se hacía, por fin, cargo del asunto un hombre -padre Gumer– sindo de Estella- que dedicaría el resto de su larga vida a los trámites ordinarios de carácter local. Las actas de esos procesos fueron presen– tadas en Roma en enero de 1929, y, en abril del mismo año, Pío XI autorizaba la apertura del proceso en la diócesis de Pamplona, desig– nando al cardenal Verde por ponente de la causa. También se habían realizado las gestiones pertinentes en la diócesis de Sevilla. En 1936 que– daba el proceso abierto ante la congregación de ritos, que aprobaba los escritos del padre Esteban en 1940, y en 1956 se incoó la fase del proceso apostólico con la introducción de la causa. Se dispensó, por evidente, del proceso de fama de santidad en general, siguiéndose, poco después, el decreto de non cu/tu. En 1969 la congregación reconoció la validez de los procesos diocesanos de Pamplona y Sevilla, instruidos entre finales de 1958 y la primera mitad de 1960, en que las actas fueron enviadas a la congregación de ritos. En el citado año de 1969 se entrega– ba al abogado el sumario sobre las virtudes heroicas del siervo de Dios. Terminada ya, y editada la Positio, el 18 de abril de 1983 es entregada a la Congregación para las causas de los santos, para su estudio y apro– bación. Finalmente, el día 21 de diciembre de 1989 el cardenal prefecto de la Congregación, en nombre del Santo Padre, firmaba el decreto reconociendo sus virtudes heroicas.

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