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ESTEBAN DE ADOAIN 145 taurar nuestra Orden», le escribía al padre general el 5 de diciembre de 1873, expresando en esa frase los dos grandes hitos de toda su vida. Roma le autorizó a ellos, pero sin romper su dependencia del comisario apostólico de los capuchinos españoles, que lo era el pa– dre José de Llerena. Con esa doble ilusión salió de Bayona el 29 de diciembre, y el 8 de enero estaba en Estella, corte del pretendiente Carlos VII que había pedido una misión de capuchinos. Al regresar muy pron– to, por azares de la guerra, confesaría no haber podido realizar su encomienda sino a medias. Había predicado algo y atendido espiri– tualmente a los soldados, pero volvía decepcionado del pretendiente y su corte. En enero de 1875 atravesó nuevamente la frontera espa– ñola, en busca de un lugar para aligerar de personal la comunidad de Bayona, demasiado numerosa. Lo halló y adquirió, pero Roma no dio su venia al proyecto. En espera de mejor oportunidad, se dedicó a la predicación en la lengua del país, que era la suya mater– na, el vascuence. El restaurador de la Orden en su patria En España la situación política estaba cambiando profundamente en aquellos momentos. Desaparecida la rebelión en el norte y pro– clamado rey Alfonso XII, se habían restablecido las relaciones di– plomáticas con la Santa Sede, y reconocido el catolicismo como reli– gión del estado . La reina Isabel II se interesó, desde su destierro francés, a instancias del padre Esteban, por la vuelta de los capu– chinos a la península. El gobierno no se opondría a que fundaran, con tal que no fuera en la zona dominada antes por el carlismo. En septiembre de 1876 y durante uno de· sus viajes de misión por Navarra, volvió a su pueblo natal, al cabo de casi cincuenta años. Su inesperada aparición, con aquel continente aun más inespe– rado -barba blanca hasta la cintura, hábito de capuchino, el cruci– fijo al pecho...- llenaron de emoción a propios y extraños. El obispo de Pamplona le encomendó una campaña misional por toda la dió– cesis, trabajo que realizó con el mayor éxito, con la colaboración de otros capuchinos, hasta marzo del año siguiente.
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