BCCCAP00000000000000000000682
ESTEBAN DE ADOAIN 131 rn1S1ones populares. Pero su predicación fue pronto denunciada al gobierno, abriéndose un proceso sobre ella, en el cual su actitud recordaría el proceso de Jesús: -«En sus predicaciones, ¿se ha metido usted contra la conduc– ta del gobierno o de alguna otra autoridad? -Señor, lo que he predicado ha sido públicamente, y nada he dicho en oculto». -«¿Qué es lo que usted ha predicado públicamente? -Pregunten a los que me han oído, que son más de tres mil». -«Reverendo Padre, si usted no contesta a la pregunta, el go- bierno se verá en la precisión de tornar contra usted las medidas más severas. -Señor ministro, no ha habido un predicador más grande que Jesucristo y, sin embargo, los escribas y fariseos lo llevaron mania– tado de tribunal en tribunal, y no pararon hasta quitarle la vida.» -«En obsequio del gobierno, le pido a usted que responda sí o no. -Señor ministro, yo no salgo del Evangelio». Acabado el interrogatorio, el acusado fue condenado a prisión. Al saberlo, preguntó: -«Señor ministro, ¿está Dios en la cárcel de Venezuela? -Dios está en todas partes -repuso el ministro. - Pues entonces allí estoy biem,. Ejecutando la sentencia, el padre Esteban fue confinado a la cárcel de San Jacinto; Ocurría esto el 31 de marzo de 1849, en vísperas de la semana santa, que el reo hubo de pasar en tan incó– modo lugar, y en la más incómoda compañía de una «vil canalla», según le confiaría más tarde a un hermano carnal. Mas corno las acusaciones resultaban insuficientes para la pena que se pretendía infligirle se buscaron, pero en vano, más testigos contra el predica– dor. En vista de ese fracaso y de otras circunstancias, poco después era puesto en libertad. Cuba: «Desde hoy será usted mi misionero» El padre Esteban viendo que su actuación en Venezuela era po– litizada, en perjuicio de la eficacia apostólica de la misma, y quizás
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz