BCCCAP00000000000000000000682

Esteban de Adoáin Apóstol en dos continentes Germán Zamora El 24 de septiembre de 1876, al saludar a un grupo de sus pai– sanos que venían a la misión, Esteban de Adoáin se quedó mirando fijamente a uno de ellos, y le dijo: «¿No eres tú Pedro Gil?». Apenas oyó la afirmación de aquel hombre, a quien no había vuelto a ver en casi medio siglo, el misionero de blanca barba y crucifijo al pecho, se arrojó a sus pies y, de rodillas, le suplicaba: «¡Perdóname aquello que te hice cuando niño!». Aludía a una travesura infantil contra el compañero de pasto– reo, a quien había obligado a danzar descalzo sobre un campo de espinas a cambio de un bocado de pan. Ocurría esto cuando el protagonista de ese suceso y de este per– fil biográfico tenía diez años de edad, y le restaban sólo cuatro de vida al recordarlo tan dramáticamente. En ei arco de tiempo delimitado por esas fechas simbólicas se fue forjando primero, y desplegando después, una de las personali– dades apostólicas más fecundas e interesantes de todo el siglo XIX. La eficacia salvífica de unos disciplinazos Nacido el 11 de octubre de 1808, recibió en el bautismo el nombre de Pedro Francisco, con los apellidos paterno de Marcuello y mater– no de Zabalza. Su aldea natal, Adoáin, era un caserío agrícola y ganadero en el valle navarro de Urraul Alto , no lejos del Pirineo. La familia de Pedro Francisco poseía algunos campos y ganados, cuyo cuida-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz