BCCCAP00000000000000000000682

118 « ...el Señor me dio hermanos» ligiosos para calmar la ira divina, para que se convirtieran los peca– dores ... El ofrecimiento no fue en vano. El sacrificio El cólera continuaba segando víctimas. El boletín sanitario del 31 de agosto enumeraba 232 casos, de los cuales 130 mortales, des– de su aparición. El padre santo todavía recorría las calles, pero vivía en su pro– pio cuerpo ya gastado la «pasión» de la ciudad. En una ocasión lo tuvieron que llevar al convento en silla de manos; en bastantes otras se vio obligado a descansar en casa de bienhechores o amigos para poder continuar después. Cierto día entró en el convento de la Annunziata de Portoria y dejándose caer pesadamente sobre un arca, se desfogó contra sí mismo: «esta carroña ya no puede más». Su situación, anota el atento portero del convento, no le impe– día de ninguna manera complacer a los que le buscaban. Pero una mañana, (era el 14 de septiembre, día de la Santa Cruz), hacia las ocho, el padre santo al salir de la iglesia donde había comulgado, le dijo a fray Luis de Breccanecca que era el portero: «Si alguno pregunta por mí en la portería, yo no vuelvo más a ella. El portero se sorprendió, por lo que fray Francisco María añadió: «yo sé por qué». Internado por obediencia en la enfermería dijo alegremente al padre Luis de La Spezia: «pronto iré a Staglieno» (el cementerio de la ciudad) y a fray Nazario de Gavi, muy amigo suyo: «Consué– late, espero entrar en el cielo; rogaré por ti». Poco tiempo estuvo en cama; el diecisiete de septiembre, día de las Llagas de san Francisco, a las cinco de la tarde, «con pleno conocimiento, sereno y tranquilo, después de recibir los santos sa– cramentos» se durmió en el Señor. El médico, Luis Garibaldi, que estaba presente a la hora de la muerte, certificó que su causa había sido «el cólera fulminante que asolaba a Génova». La conmoción sacudió a la ciudad. No era solamente la comu– nidad religiosa que perdía uno de sus miembros; era toda la comu– nidad ciudadana la que lloraba a su amigo, a su bienhechor, a su padre santo. Toda la prensa, incluida la más hostil a los religiosos,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz