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FRANCISCO MARIA DE CAMPOROSSO 103 que lo rodearon. Su línea y su programa de vida y «conversión» se mantuvo constante y tenaz. El noviciado se concluyó con la profesión el día 17 de diciem– bre de 1826, hecha en manos del padre Samuel Bocciardo de Géno– va. La consagración al Señor en un ambiente ya navideño ofrecía un particular atractivo. Limosnero por los pueblos El nuevo profeso tenía veintidós años y la experiencia del novi– ciado le aportó madurez y firmeza en su vida. Los superiores lo destinaron al convento principal de la provincia, Santísima Concep– ción de Génova. Este traslado, para alguien menos experimentado, podía haber sido traumatizante. A diferencia del solitario y silencio– so San Bernabé, el convento curial estaba poblado de varias decenas de religiosos en número equilibrado entre no clérigos y sacerdotes. Las tareas de aquella imponente masa de religiosos eran muy diversas. Había que llevar adelante entre todos la típica vida de un convento, con la práctica de la llamada observancia regular, diurna y nocturna, y la normal actividad del ministerio sacerdotal. Aquí estaban centralizadas algunas actividades y servicios referentes a to– da la colectividad provincial: la curia, la enfermería, donde se hos– pedaban los ancianos y enfermos, una rica biblioteca, la fabricación de la tela para los hábitos. Además de las actividades monásticas, se habían puesto en marcha otras iniciativas: los religiosos gestiona– ban una farmacia abierta al público y ofrecían asistencia sanitaria por medio de un médico, de un cirujano y de un dentista diploma– dos. Por otra parte, el convento ejercía una curiosa actividad de carácter social: presidir y vigilar el peso y la distribución de la leña en el puente que lleva este mismo nombre en el puerto. En aquellos tiempos en que la leña era la única fuente de energía, el problema de su distribución, especialmente durante algunas épocas del año, revestía particular importancia. Una vida intensa y penitente se desarrollaba en el convento de la Santísima Concepción. La comunidad se recuperaba lentamente del período tormentoso de inestabilidad y dispersión; pesaba sobre ella un sentimiento difuso de provisionalidad que repercutía inexorable-
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