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VI circunstancias, si no ~ntireligiosas, que también las hubo, sí, cierta– mente, menos religiosas-, tuvieron que testimoniarla de forma distinta. Por esto, precisamente, al considerar los avatares revolu– cionarios de la propia historia de esos mismos siglos, hemos de concluir una mayor heroicidad, si cabe, no decimos virtud, en ellos, al haberse tenido que enfrentar con unas circunstancias que en nada les favorecían en su vivencia franciscana-capuchina. Dejemos, sin embargo, al lector la libertad para deducir de su reflexión y lectura cuanto las mismas puedan proporcionarles. Como dejábamos constancia en nuestra Nota Editorial del tomo I, renovamos nuestro agradecimiento a los traductores al cas– tellano, quienesquiera que sean, del texto italiano de aquellas bio– grafías tomadas de uno cualquiera de los tres tomos de Santi e Santita publicados en Roma. No nos constan otros nombres fuera de los que ya mencionábamos en la ya dicha Nota Editorial de nuestro primer tomo. No obstante, a aquella lista añadimos ahora los nombres de Fernando Caballer y Alfonso Ramírez Peralbo, a quienes nosotros expresamente rogamos las traducciones que tratan de los Mártires de España y del Padre Pío de Pietrelcina, respecti– vamente. Asimismo, tenemos que agradecer a Mª del Carmen Garrido Lambán su valiosa cooperación, al habernos proporcionado la biografía del capuchino catalán José Tous i Soler, fundador del Instituto de Hermanas de TT. FF. de la Madre del Divino Pastor, quien, incomprensiblemente para nosotros, no fue incluido en el libro ante citado Santi e Santita. Con esta aportación biográfica, pues, queda completa la lista de los actuales venerables capuchinos del área y cultura ibérica-capuchina, actualmente en proceso de beatificación y canonización. Queremos, por otra parte, aclarar, por si causa extrañeza, la razón por la que hemos querido incluir también la figura de Pío de Pietrelcina, a pesar de no pertenecer a nuestra área y cultura y de no haberse dado aún su glorificación oficial -lo que de ninguna manera excluye nuestro entusiasmo y cariño hacia las otras perso– nalidades venerables de nuestro santoral universal, sean de donde sean, y recogidas en el repetido libro Santi e Santita-. El haberlo hecho así se debe solamente a la extensión que tiene su devoción en nuestro mundo ibérico, que nos lleva a pensar que, segura-

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