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60 ORIENTACION DOCTRINAL DE' LOS ESTUDIOS bE LOS CAPUCHINOS Todo el que haya leído las Constituciones de la Orden y las Or– denaciones generales de esta época, habrá visto claramente que la devoción y la mortificación han sido el alma de los estudios de los Capuchinos; que además de esto se cultivase y se enseñase celosa– mente la Escolástica y a los dos principales maestros, especialmente al doctor seráfico Buenaventura, también esto fácilmente se explica. Después del concilio de Trento, la Iglesia insistió enérgicamente para que se volviera a la enseñanza tradicional o escolástica de los grandes maestros del siglo XIII. Juntamente con santo Tomás, el concilio recomendó calurosamente a san Buenaventura. Un testigo_ presencial, el general de los Observantes, Francisco de Zamora, cuen– ta la emoción que experimentó, hasta deshacerse en lágrimas, al ver el entusiasmo con que todos los Padres del concilio hablaban de la doctrina de san Buenaventura (3). Cuando los Capuchinos en 1575 introducen en su programa de estudios «la teología sagrada y escolástica» piensan, sin duda alguna, ante todo en los libros de las Sentencias de san Buenaventura, recien– temente editados en una nueva edición (4). Años después, el papa Sixto V franciscano, coloca a san Buena– ventura entre los doctores de la Iglesia y escribe con esta ocasión la admirable Bula «Triunphantis» (14 de marzo de 1588) donde se lee: «Ciertamente que los tesoros de sabiduría divina del glorioso doctor san Buenaventura serán una fuente de preciosas y abundantes ben– diciones para la Iglesia. No debemos consentir que estos tesoros pe:i;– manezcan estériles para ella, y hoy menos que nunca, cuando los herejes confabulados con las potestades infernales han declarado una guerra a muerte a la teología escolástica. Por eso, hondamente reco– nocidos, descubrimos un rasgo amoroso de la providencia de Dios que ha suscitado en tiempos pasados a unos hombres que fundaron la así llamada teología escolástica, y nos alegramos al ver brillar entre esos hombres a dos figuras eminentes, a los príncipes de la Escolástica, santo Tomás y san Buenaventura. Habiendo recibido de Dios dones extraordinarios, los cultivaron con un trabajo asiduo, con un estudio constante y vigilias prolongadas, los han perfeccionado y (3) «Illud oblectamento fuit mihi videre Tridenti viros doctissimos ad unum fere omnes Bonaventurae doctrinam summopere commendare; atque ea de re non potui (fateor ingenue) maximo gaudfo et lacrimys non cumulari». En Bonelli, Prodromus ad omnia opera sancti Bonaventurae. Typographia Basanensi, 1767, pág. 93. Por esto Francisco Zamora; apenas clausurado el concilio, ordenó: «Quo!t– quot in Observantina Familia Theologiam profitentur, praelegere suis scholasticis Libros Seraphici Patris Bonaventurae». !bid. 95. Esta ordenación no tuvo efecto, como lo demuestra la prescripción emanada treinta años después (1594) en el Capítulo General de Valladolid: «Si in sacrae Theologiae studiis aliqua etiam Sancti Patris nostri Bonaventurae vere seraphici lectio haberetur pie quidem ac utiliter actum sane videretur)). Chronologia historico-iega!is Serciphici Ordinis, I, Nea. poli, 1650, 400. (4) En el año 1569.

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