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Capítulo VI Doctrina. y orientación doctrinal de los estudios ele los Antiguos Capuchinos De lo expuesto aquí aparece con claridad meridiana, que los es– :udios una vez organizados, se desarrollaron con un interés bien no– :able. Poco importa que la mayoría de los clérigos de nuestra Orden no estudien filosofía ni teología, y se dediquen a la casuística para poder confesar a los religiosos y algo más tarde a los seculares; esto que hoy nos parece incomprensible, era el tributo que entonces habían ele pagar a la costumbre, tanto el clero secular como el regular. Pero el religioso capuchino que deseaba entregarse al ministerio sublime de la predicación debía, con miras a su formación, adquirir una suma considerable de conocimientos filosóficos y teológicos; formación que nos parecería elemental si la consideráramos bajo el prisma de nues– tras ideas modernas. Asimismo los lectores, como se desprende de rus obras (1), tomaban con toda seriedad su cargo de profesor como lo veremos a continuación. A su vez los superiores de la Orden se esmeraban adorosamente En estimular a los estudiantes y a los lectores en sus trabajos. Nos naravilla la escrupulosidad de los capítulos generales de fines del siglo XVI que no se cansan de deliberar y legislar en lo referente a bs estudios. Así alcanzaron éstos un nivel muy elevado. Juan Blan– ccme, Fraile Menor de la Observancia, que editó en 1604, traducida al francés, la célebre Crónica de Marcos de Lisboa, dice de los Ca– i:;uchinos: «Ellos tienen óptimas escuelas en donde estudian no sola– mente a santo Tomás y a san Buenaventura (al que consideran como el doctor de la Orden), sino que también se entregan a la práctica de la mortificación y de la piedad)) (2). (1) El P. Dionisia de Génova editó en 1680 la Bibliotheca Scriptorum Ordinis Jllinorum Capuccinorum que contiene un catálogó de libros y autores. (2) Crónica de Marcas de Lisboa, traducida al francés por Juan Blancone, o:iservante de 'roulouse, París, 1604, 3.ª Parte,. cap. XV.