BCCCAP00000000000000000000681

CULMINAC!ON DE LA •,DRGANIZAC!ON DE LOS ESTUDIOS 47 v:incias, que por razón de su ministerio pastoral, necesitaban de mayor número de estudiantes, se les reiteraban insistentemente estas pres– cripciones. Así el general de la Orden, Clemente de Noto, en el capítulo de la provincia suiza en 1621, ordenó lo siguiente: «Ad studia non promoveantur nisi qui singulari pollent ingenio, servata semper forma in constitutionibus et ordinationibus capituli generalis pres– cripta>> (24). Esto nos lleva a. una doble conclusión: la primera, que en la selec– ción de los estudiantes se procedía con una prudencia y severidad excepcionales; la segunda, que un gran número de clérigos no llegaban a ser estudiantes, o debían abandonar los estudios antes de dar cima a sus deseos. ;, Qué otro procédimiento se podía seguir teniendo en cuenta los hechos que acabamos de reseñar? Dejamos a un lado los requisitos exigidos bajo el ptmto de vista moral y disciplinar que fácilmente se comprenden. Pero en lo tocante a la capacidad intelectual, no todos podían contar con un talento excelente, y más de un dotado de cualidades intelectuales se presentaba al «examen de madurez» insu– ficientemente preparado, exponiéndose a diferir el curso o abandonar– lo definitivamente. El general de fa Orden citado anteriormente, Serafín de Ziegen– hals, a quien debemos la reforma radical de los estudios, nos describe con palabras conmovedoras la triste suerte de estos jóvenes clérigos. Antes del noviciado apenas si habían hojeado la gramática latina; durante el noviciado no les era permitido entregarse al estudio; a continuación permanecían dos años, algunas veces cuatro, cinco y aún más como clérigos,, o como sacristanes en algún convento solitario, olvidando lo poco que habían aprendido de la gramática. De pronto debían mostrar sus conocimientos gramaticales en el examen sufrido ante el definitorio,: a tenor del capítulo general de 1596: ((los Padres provinciales no pongan al estudio de la lógica a los jóvenes que no saben bien la gramática)), Las consecuencias saltaban a la vista. Si el pobre clérigo no pertenecía a una provincia donde, al fin de la clericatura, podía entrar en una escuelita preparatoria, o no tenía la fortuna de hallar un buen maestro que le diera lecciones suple– mentarias durante 'el tiempo del clericato, estaba perdido irremisi– blemente. Por buenas cualidades que tuviera, por vehemente que fuera su afición al estudio, era «relegado a la senda de la simplicidad y de. la ignorancia en donde unos se consumían de tristeza y los otros se desesperaban». , . Es verdad que la •mayoría de las provincias procuraban salvar de este naufragio a los dotados de buena.s cualidades y de talento, péro (24) Ordi.nationes et admo11itiones factae a Rdo. adm. P. F. Clemente a Noto, del Archivo Pu1vincial de Lucerna, publicadas en: «St. Fidelis-Glocklein». JI. Lucerna, 1913, 14, 337.•

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz