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iü, PROGÍ;lAMA DE ESTUDIOS EN LAS CONSTITUCIONES DE 1575 este venenoso juicio: «La teología escolástica no es sino sofistería vana, engañosa, maldita y diabólica y sueño de monjes)) (45) .. Si se necesitase un argumento para demostrar que la escolástica es un baluarte de la Iglesia en su lucha contra la herejía, nos lo podrían proporcionar estas furiosas invectivas de nuestros adversa– rios. Cómprendemos, pues, que los Capuchinos al combatir entonces en primera línea en pro de la reforma eclesiástica, se hayan pronun– ciado oficialmente ya desde 1575, en favor del estudio «de la sagrada y escolástica teología)). Así daban cabida en el programa de estudios a «las otras ciencias)), ante todo a la lógica y a las restantes ramas filosóficas. Concedemos que la primera generación de la Orden no lo vio con buenos ojos. Es cosa sabida que ya en el siglo XIII se resistieron largamente los Franciscanos a abrir las puertas de sus conventos a las ciencias pro– ganas ( 46). P.ero lentamente advirtieron que no era posible adquirir un profundo conocimiento exegético de la Escritura sin el auxilio de los conocimientos linguísticos. Bien claramente lo afirma san Buenaventura: «La santa Escritura no puede ser comprendida sin el conocimiento de otras ciencias)) (47). Poco después Rogerio Bacón es– cribía estas palabras bien exactas en verdad: «Studium théologiae om– nem sapientiam desiderat humanamJ) ( 48). · Pero el partido de los Espirituales que fundamentaba su ideal en la pura teología mística, emprendió la lucha contra las ciencias profanas tan recia como unila– teralmente. Esta tendencia se prolongó del siglo XIV hasta el XV, precisamente entre los Observantes de cuya familia iban a surgir los Capuchinos. Esta tendencia fue fomentada por las orientaciones pa– ganas del humanismo y del renacimiento de entonces, hasta el punto de que la mayoría de las Ordenes se oponían al renacimiento litera– rio. Ante este estado de cosas, fácilmente se comprende por qué los Capuchinos no admitieron oficialmente la utilidad de «la lógica, de la filosofía y de las demás ciencias)) hasta el 1575. Las Constituciones declaran expresamente que estas otras ciencias han sido introducidas por «ser necesarias para la más perfecta inte– ligencia de la teología sagrada y escolástica y de las santas Escri– turas)). Con esto los Padres del año 1575 manifestaron su clarividencia y amplitud de miras en lo relativo a la importancia de los estudios (45) Theologia scholastica nihi! est nisi vana, ficta,' ementita, damnata, dia– bolica cavillatio et monachorum somnium. Der Bapstesel, Wittenberg 1523, 3. Apre– ciaciones idénticas de los protestantes contra la escolástica Cfr. en Dollinger, Die Reformation, I, 437 ss. y Kleutgen, Theologie der Vorzeit, 11, 2.ª ed., Munster, 1872, 20 s. , °(46) Cfr.· nuestra Geschichte der wissenschaftlichen Studien, pp. 380-490, de la ·que se desprénde que tanto los dominicos como el clero secular eran opuestos, a que los regulares se dedicasen a las ciencias profanas. (47) Epístola de tribus quaestionibus, n. 12, ed. Opera omnia, VIII Ad Claras Aquas 1898, 335. , (48) Compendium studii phiolophici, c. 5.ª ed. Brewer, London, 1859, 426.
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