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tos ESTUDIOS EN LAS CONSTITUCIONES DE 1536 27 Es cierto que, abstracción hecha de Francisco Titelmans e inde– pendientemente de él, hubo algunos capuchinos que se pronunciaron resueltamente contra los estudios en la Orden; lo demuestra el P. Ber– nardino de Montolmo, conventual en un principio, después capuchino desde 1538 hasta el día de su muerte ocurrida en 1565. Después de haber recibido una formación muy sólida, fué más tarde a causa de su ciencia y' de su aptitud para enseñar, requerido por muchas aca– demias como profesor; era tal su conocimiento de la doctrina escotista que le llamaban el «ojo de Escoto)> (9). Ya capuchino, no participó del exclusivismo de Titelmans, antes fué un santo y celoso predica– dor. Pero no era favorable al movimiento científico de la Orden. Preguntado un día por Bernardino de Colpetrazo de si debía comen– zar a estudiar la filosofía, le disuadió resueltamente: «No lo hagas. Dios te ha otorgado el espíritu de compunción, toma un sermonario y predica los mandamientos de Dios, recogerás mucho fruto. Si el Padre General me mandara explicar la. lógica, no la enseñaría; y cuando veas que se establecen estudios en nuestra Orden, ya puedes pensar sin más que corre a su ruina. Nuestra Orden está de tal modo fundada en la simplicidad que si ésta desaparece, ya no hay Orden de san Francisco. Los estudios han arruinado, en todo tiempo, la Orden (10). Este episodio se presta a muy serias reflexiones. Había por aquel entonces Capuchinos que, antes de entrar en el noviciado, habían recibido una esmerada formación. Se han distinguido como profe– sores y escritóres, y sin embargo piensan que la Orden debe pres– cindir no solamente del estudio de la filosofía, sino de otro estudio cualquiera. Al replicarles que el misterio de la predicación, al cual está obligada la Orden, no puede ejercit rse sin una instrucción con– veniente, aconsejaban sencillamente los dichos Padres a los predica– dores incapaces que aprendieran de me oria alguna colección de ho– milías. Precisamente a este medio acud an muchos predicadores del clero secular; las disc.usiones del Concilio de Trento nos aleccionan so– bre este punto particular. Hay algo más. o pocos Padres del concilio [opinaban que a una gran parte de los que tenían cura de almas (9) BovERIUS, Annales, ad. a.1565, n. 36-46; IONYSIUS GENUENSIS, loe. cit., 57 s. (10) «Se li paresse ch'io studiasse un poco di logica. Mi disse: non far! Dio t'ha dato un poco di compuntione, piglia un serm nale, e predica i commandamenti di Dio, che tu farai frutto. fo se il P. General mi comanda.sse, ch'io 1eges¡se [a logica, io non leggerei, e quando tu vedrai ne la congregatione nostra mettervi studij, <lite pure che l'anderá in ruina, talmente la Re1igione nostra é fundata in semplicitá, che tolta la semplicitá non é piu Religione del Serafico Francesco, che li studij l'hanno sempre rovinata». MS. del Archivo de nuestra Provincia de la Umbría . en Asís, p. 292-393. Debo agradecer esta noticia al incansable P. duardo de Alenc;on, y añade que una noticia semejante, quizá algo más complet , se halla en la página 608 del Ms. de la Crónica de Bernardino de Colpetrazo, del Archivo de la Curia Genera– licia de Roma. Cfr. M. H. O.M. C., III, 64.

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