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20 ACTITUD DE LOS PRIMEROS CAPUCHINOS FRENTE A LOS ESTUDIOS indispensables para su ministerio; además se manda a los superiores que no permitan que los predicadores, a los cuales el Señor dió gracia de predicar, permanezcan ociosos, antes los estimulen a cultivar la viña del Señor no solamente durante la cuaresma, sino también en las fiestas del año y en otros días señalados. Igualmente los que han sido designados para este ministerio deben estar adornados de tales cualidades que prediquen ante todo la santidad de vida con el buen ejemplo; no busquen expresiones brillantes ni sutiles especula– ciones; prediquen pura y sencillamente el Evangelio... Asimismo no deben ser elegidos por confesores los que no tengan cuarenta años de edad y sean virtuosos, discretos, de vida 1 ejemplar y de alguna instrucción. Además de esto, no han de confesar habitualmente, sino en casos urgentes, inevitables y muy necesarios y en esto aténganse al juicio de los superiores (48). Estas ordenaciones son de mucha importancia en lo tocante a los estudios en la Orden. No vamos a investigar por qué se permitía confesar únicamente en casos excepcionales. Por el contrario, la joven congregación de los ccFrailes Menores de la vida eremítica)) ( 49) era designada desde el principio como una orden de predicadores. Se les encomienda no solamente la predica– ción de la penitencia, sino también la del Evangelio y la de la pala– bra de Dios. Los frailes aptos y designados para el apostolado deben, celosa y constantemente, consagrarse a tan santo ministerio. Esto supuesto, se pregunta uno fundadamente cómo se podía prescindir de establecer estudios y organizarlos, al menos con miras a los futuros predicadores y confesores a los que se exigía una formación con– veniente. La respuesta nos la da el P. Claudia de Bourges, definidor general de 1667 a 1671. En su Breviarium chronologicum Ordinis Fratrum Minorum Sancti Francisci Capuccinorum, hace esta observación refi– riéndose al capítulo general de 1564: «Huc usque fere omnes qui ve– nerant ex Observantibus et Conventualibus, iam studuerant apud ipsos, et sic non fuerat necessarium erigere studia)) (50). Esto se aplica principalmente a los primeros tiempos de la Orden. La mayor parte de los sacerdotes y de los clérigos venía de los conventos de los Observantes y de los Conventuales. Muchos de ellos estaban prepa- (48) Lo referente a los predicadores y confesores, Cfr. las ordenaciones XXIV y XXIX de las primeras Constituciones en M. H. O.M. C., p. 164 y 165. (49) No quieren decir estas palabras que los frailes se reti,raran del mundo y por tanto del ministerio apostólico; significaban más bien que no permanecieran en les conventos de los Observantes y de los Conventuales. En tiempo de Clemente VII se llamaba Ermitaños a los religiosos de cualquier Orden que, con autorización del Papa, se retiraban de sus conventos para llevar una vida solitaria. Cfr. Padre Eduardo de Alenccn. De primordiis, 29. (50) MS. 1361 (V. 76) de la Biblioteca de la ciudad de Rouen contiene el Breviarium chronologicum inédito todavía. Debo ·esta noticia, -como otras muchas, a la amabilidad del Rvdmo. P. Eduardo de Alen9on.

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