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16 ACTITUD DE LOS PRIMEROS CAPUCHINOS FRENTE A LOS ESTUDIOS con brevedad de sermón)) (25). Siguiendo este consejo del Seráfico, el P. Mateo arengaba a las muchedumbres, venidas de todas partes, en las iglesias y en las plazas, con seriedad impresionante. Después recorría los caminos y las calles de la ciudad, gritando: «Al infierno los orgullosos y los ambiciosos! ¡Al infierno los blasfemos y los adúlteros! ¡Al infierno los viciosos y los malhechores!>>. El P. Mario de Mercato Saraceno que vio y oyó todo esto (26), dice que por toda Italia resonaban las amenazas del P. Mateo: «¡Al infierno! ¡Al infierno! (27). Por muy provechosa que hubiera sido la actividad del P. Mateo, ello SP. explica muy fácilmente sin necesidad de suponer en él nota– bles conocimientos; mucho menos se nos ocurrirá pensar que de él haya partido la iniciativa en favor de los estudios de la naciente congregación. · Por lo demás, ésta recibió el impulso más que de Mateo, de Luis de Fossombrone. En 1525, Luis manifestó al P. Mateo su deseo de vivir en su compañía, juntamente con su hermano Rafael, pero al declararle aquél que no tenía autorización para recibir novicios, acudieron los dos hermanos a la Sagrada Penitenciaría obteniendo el permiso de vivir como ermitaños, sin abandonar por esto el há– bito de los Observantes (28). Nada se dice acerca de su actividad apostólica. En la primavera de 1528, Luis y Rafael suplicaron a Cle– mente VII les autorizara poder vestir el hábito escogido por el Pa– dre Mateo, llevar barba, vivir en los eremitorios y recibir novi– cios (29). Esta gracia les fué otorg'ada el 3 de julio del mismo año en virtud de una bula papal dirigida a los dos hermanos de Fossombrone, documento que debe ser considerado, propiamente hablando, como la bula de la Confirmación de la Orden de los Capuchinos (30). Está comprobado que los Capuchinos para corresponder a la vo– luntad del Papa, debían dedicarse tanto a la predicación como al estudio. Esto se deduce, con claridad meridiana, de un escrito de Clemente VII del 27 de mayo de 1530. Está dirigido al general de la Observancia, Pablo Pisotus de Parma, que trabajaba encarnizada- (25) Regula, II, c. 9. (26) Breve Dichia'l'atione, ed. A,nal. Cap. XXIII, 278; M. H. O.M. C. I. 12; Juan de Terranova, Anal. Cap. l. c. 14; Colpetrazzo, M. H. O.M. C. III, 6. (27) <<Egli con grande fervore de spiritu seguitó il predicare sino alla morte sua... e si udirono parole spirituaÜ, piene di fervore, et spirito, gridando e mina– ciando al mondo, et a'miseri peccatori che stavano avvolti ne peccati (come ognu– no sa che l'andar suo gridando: all'inferno! é manifesto a tutta l'Italia) onde per le sue prediche molti et molti lascciando le strade che vanno all'inferno si rivol– gevano a quelle del cielo», M. H. O.M. C., p. 36. (28) El decreto se puede ver en Boverio, Annales ad. a. 1525, n. 43 y en el BuL. Ordinis, I. p. l. (29) La ~úplica ha sido publicada por el P. Eduardo de Alen\;on, De primord.iis Ord. FF. Min. Capuccinorum, Romae, 1921, 44-46. (30) Bullarium Ordinis, I, 3; P. Eduardo, loe. cit., 46.

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