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- Hasta los mismos valores funda– mentales de la vida humana apare– cen deformados o al menos alterados en la acogida de las conciencias. A estos inquietantes problemas, que se presentan todavía más dramáticos vistos en perspectiva de futuro, es posible ofrecer una respuesta satis– factoria. La actitud de Francisco, místico e inspirado cantor de la na– turaleza, puede iluminar al hombre de hoy y educarlo para una más sa– bia relación con la creación. El san– to de Asís en el "Cántico de las cria– turas" ha celebrado todas las obras de la creación; el sol, la luna y los astros del cielo; el viento, la tem– pestad y el sereno ; el agua, la llu– via, el fuego; la tierra con sus flores, plantas y frutos. Ha exaltado los más bellos sentimientos que fluyen en el corazón del hombre, como la adhe– sión a la paz, la fuerza para aceptar los sufrimientos, la capacidad de sa– ber perdonar, la serenidad delante del evento ineludible de la muerte. To– dos los elementos de la creación, co– mo obra del mismo Padre celeste y señalados por el signo del amor di– vino, son amados por Francisco co– mo "hermanos y hermanas" (cfr Cánt passim; además LM 8,6; Lm 1,6). El Juglar de Dios, con delicadeza nunca vista, habla a las aves de cada especie (cfr lC 58 y 59), libera a la liebre caída en la trampa (lC 60 y 3C 29), rescata al cordero conducido al - 63 - Francisco poeta de la creación

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