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do nuevamente en poder del hombre, el cual destruye las cosas que Dios ha creado por medio del Verbo y re– conciliado en su Hijo hecho hombre (cfr Ef 1,10; Col 1,20). - De hecho el hombre en los úl– timos decenios ha demostrado poco respeto por la naturaleza, que es obra admirable de la bondad y de la sa– biduría divina. El se ha creído en el derecho de obrar a su antojo, sin tener en cuenta la compleja armo– nía que rige la creación. sintonía cósmica - Comprometido el sentido de la desequil relación entre el hombre y la natu- biológicc raleza, mellado en el equilibrio de su constitución, el hombre de hoy es un espectador receloso de consecuen- cias imprevistas y cada vez más ame– nazadoras. La destrucción indiscrimi- nada en el reino de la flora y de la fauna, la cada vez más decreciente disponibilidad de manantiales de agua, la contaminación atmosférica ya casi generalizada, el consiguiente extenderse de males incurables, etc., son solamente algunos de los fenóme- nos, que hacen alarmante la condición del hombre contemporáneo inmerso en un descompuesto equilibrio bioló- gico. - En el mundo de hoy resulta más vistosamente perturbado aun el res– peto por el hermano cuerpo, cuya pro– fanación se manifiesta en múltiples formas. - 62 -
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