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citaria; la arrogancia de las naciones y de las sociedades que se consideran árbitros de grandes porciones de los recursos naturales o de fuerzas indus– triales, e imponen precarios equili– brios y compromisos. Tales hechos, síntoma de una sociedad egoísta y en– ferma, continúan sacrificando los de– rechos y la libertad de los individuos y de los pueblos, ejercitando sobre éstos una fuerte presión -abierta o latente- que produce situaciones que lesionan la vida humana. Las sociedades de libre mercado (free market) y las colectividades, ha– biendo primado el haber y olvidado el ser, manifiestan cada vez más visto– samente la crisis en la que se deba– ten. Más o menos, en manera diferen– te, han defraudado las aspiraciones del hombre, ya que no han resuelto gran parte de sus problemas ni han podido establecer una verdadera cola– boración internacional, que llevase in– tentos sinceros para el progreso y el bien de los pueblos. De aquí han na– cido una carrera alocada por el arma– mento y un acompañamiento de in– gentes dispositivos económicos con fi– nalidad bélica, restándoselos a la construcción de un mundo más justo y más fraterno (cfr G et S 79 ss). Los seguidores de Francisco deben anunciar, con la palabra y sobre to– do con la vida, la insensatez de toda contienda inculcando la paz, el respe- . to, el amor. Educados en la pobreza -47-

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