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do y redimensiona o anula. sin más el diálogo del hombre con Dios (cfr G et S 19 y 20). Mas en un contexto tal aflora cada vez más evidente la sensibilidad re– ligiosa, que expresa la improrroga– ble necesidad de Dios. Es verdad que tampoco en esta recuperación de la dimensión sobrenatural faltan burbu– jas de superstición y actitudes teóri– cas no rectamente configuradas. Sin embargo, hay mucho de positivo. El franciscano debe intervenir con tacto y claridad para orientar cons– tructivamente estos fermentos de vi– da que rebullen dentro del hombre de nuestro tiempo. Además, no se pueden desconocer otros aspectos marcadamente más re– ligiosos, como el creciente contacto con la palabra de Dios, la búsqueda del silencio y de la meditación, el descubrimiento de los valores comu– nitarios, el deseo de liberación de las pegas de lo contigente, encuentros más entusiastas de oración. Es ade– más particularmente reconfortante el fenómeno que se encuentra entre los jóvenes, deslumbrados por Cristo en medida y proporciones cada vez más revelantes. De estos y de otros bienes los hijos espirituales de san Francisco deben alegrarse y dar gracias al Señor, que en su bondad gratuitamente nos da todo don. - 40 ~ recuperación de la religiosidad