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reciprocas como entre madre e hi– jo, y crear un clima de familia entre tantos hermanos espirituales convo– cados por el Espíritu y libremente unidos en el mutuo don de los unos a los otros. El éxodo dramático de la propia familia, no consiguió hacerle despreciar y olvidar el valor funda– mental del ambiente familiar, cuyo rol es indispensable para una equi– librada madurez humana "¡ Ay del solo!", exclama el autor de Sacrum Commercium (n. 11), porque ningu– no puede ayudarlo. En diversos pa– sajes de sus escritos Francisco pun– tualiza su concepción de la vida comunitaria, entendida como frater– nidad e impostada sobre la .tipología de la familia natural, y sostenida principalmente por motivaciones so– brenaturales (cfr 2R 6,10; REr 1, ss). El extraordinario dinamismo de la vida franciscana brota precisamente de la fusión de los valores humanos y espirituales, es decir, del hecho de que las exigencias socio-afectivas y la componente ascético-apostólica se compenetran y se integran en pleni– tud. -30-

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