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del mundo su casa, encontró centu– plicadas las madres (cfr 2C 91), los padres, los hermanos y las hermanas, los amigos, los admiradores y segui– dores, según la promesa del evangelio (Me 10,28 ss.). Su espíritu de univer– salidad lo mueve a pedir directamen– te al Papa la aprobación de su orden por no verla cerrada en los reducidos horizontes de una diócesis; le inspiró la "Carta á todos los fieles" y la "C 1 ar– ta a las Autoridades de los pueblos", resultando un antídoto eficaz al des– moronamiento civil y eclesiástico pro– ducido por el sistema feudal. Fue asimismo este espíritu, sin lí– mites, el que animó el celo misionero de Francisco e hizo del Santo de Asís un mediador entre los dos bloques religioso-políticos de la cristiandad y del Islam. Propuso sustituir la cruza– da de las armas, conducida por la política oficial, con la cruzada pacífi– ca y la acción misionera. Visitó al Sultán de Egipto y trató con él de hombre a hombre, de creyente a cre– yente, sin avalarse con autorizaciones de representación, sin ninguna reco– mendación. A sus hermanos que debían v1v1r en comunión de sentimientos y de bienes, Francisco proponía como mo– delo y ejemplar de una vida tal no la imagen tradicional del estilo ce– nobítico de los monjes, sino el am– biente de la familia natural. Los her– manos debían ordenar sus relaciones - 29- espíritu de familia

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