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Francisco apasionado de Cristo, ali– menta particular amor hacia María, la madre de Jesús, porque ha hecho "nuestro hermano al Señor de la ma– jestad" (2C 198) y "nos ha obtenido la misericordia" (LM 9,3). En ella después de Cristo, ponía toda su con– fianza, constituyéndola abogada suya y de los suyos (cfr LM 9,3). En su honor cantaba alabanzas particulares, alzaba plegarias, efundía afectos de conmovedora intensidad (cfr 2C 198). En su devoción cristocéntrica: Fran– cisco celebraba la grandeza espiritual de María con apelativos realistas y llenos de amor (cfr SalVM 1-6; Ofp, antífona). Pasa noches enteras en ora– ción "para alabar al Señor y a su gloriosa Madre la Virgen" (lC 24). Francisco indica también cómo el misterio de la divina maternidad de María puede renovarse continuamen– te en el corazón de cada cristiano: somos madres de Cristo "cuando lle– vamos en el corazón y en el cuerpo con amor... y lo engendramos me– diante las buenas obras que deben resplandecer como ejemplo para los demás" (2CtaF 53; 1 CtaF 10). Con la actitud religiosa de la obe– diencia caritativa, Francisco abre ge– nerosamente la propia vida a la pa– labra de Dios, a los superiores ecle– siásticos y de la propia orden, a los hermanos que el Señor le había dado llamándolos a la misma vocación, a - 23 - la Virgen madre del Hijo de Dios encarnado Francisco obediente pobre y casto con Cristo y por Cristo
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