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divino o liturgia de las horas, reci– tadas según el rito de la iglesia ro– mana, constituían los momentos pri– vilegiados de la formación cristiana permanente. También Francisco se sirvió de. estos medios. Para él la mi– sa no sólo era un signo y alimento de fe, sino también fuente primaria que alimenta la experiencia espiritual de la primitiva fraternidad. Sobre el don de la eucaristía ha insistido el "Poverello" repetidamente en sus es– critos y en su ministerio. El mismo, convencido de que un cristiano es siempre un ser en devenir, no se can– saba de confrontarse con Dios en fre– cuentes y largos momentos de contem– plación: "¿ Quién eres tú ... quién soy yo?" ... (Flor 3 cons. llagas). Aprobando el nuevo proyecto de vida evangélica, las autoridades ecle– siásticas se mostraron favorables a las ideas religiosas de Francisco, aco– gida por papas, cardenales, obispos, etc., los cuales se persuadieron de que el Poverello poseía el espíritu de Dios y que su vocación provenía de Dios sólo (2C 104). Por eso defendieron su estilo de vida y animaron con la pa– labra y con actos oficiales, su aposto– lado del anuncio evangélico traduci– do en una forma más asequible al pueblo simple. Por su parte, Francisco se mostra– ba respetuoso y lleno de gran delica– deza, proveyéndose de su consenti– miento para cualquiera de sus inicia- - 21 - Francisco reanimó a Cristo en el corazón de los fieles y aproximó el pueblo a la Iglesia

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