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descubrir que el Señor es el Amigo más cercano y fiel, el verdadero En– manuel que vive en medio de su pue– blo como el pastor entre sus amadas ovejas. La cultura religiosa oficial, ancla– da en esquemas históricos ya supera– dos y en sintonía con otra sensibili– dad humana, insistía en el proponer un Cristo mayestático y triunfante de impronta bizantina. Mas los "pue– blos" nacientes a un nuevo humanis– mo cristiano de extracción popular escucharon algo nuevo cuando Fran– cisco proclamaba con insistencia que María, la madre de Jesús, "había he– cho hermano nuestro al Señor de la majestad" (2C 198). Francisco expe– rimenta y presenta un Dios vivo, acampado en medio de su pueblo, partícipe de las esperanzas, de las ale– grías y sufrimientos humanos (cfr. Jn 1,14). El renacer religioso popular, animado por Francisco y sus segui– dores, se apoya sólidamente sobre dos pilares harto característicos : la ternura de Belén y el drama del Cal– vario. Es, sobre todo, en la eucaristía, sín– tesis litúrgica del misterio del Dios humanado, donde Francisco encuen– tra y ve "corporalmente" el cuerpo y la sangre del Altísimo (TC 3) y es en la eucaristía donde "el Señor Je– sucristo colma a presentes y ausen– tes que son dignos de él" (CtaO 40). Las oraciones de la misa y del oficio -20- piedad eucarística como fuerza motriz

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