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39. Mantengamos asiduo diálogo con Cristo Jesús Eucarístico, nuestro Sacerdote y Hermano pri– mogénito, realmente presente, el cual nos estre– cha en la unidad con El y con los hermanos (Roro., 8, 29; Presb. Ord., 18; Const. n. 0 36 y 40 ), comunicando a la Liturgia una eficacia con– tinuada. La señal de que nuestro culto eucarístico es auténtico la tenemos en el esfuerzo por vivir a Cristo y por servirlo en los hermanos, en los po– bres y en los enfermos. 40. Son de gran importancia para nosotros los her– manos que se dan constantemente a la oración «en espíritu y en verdad», y de manera especial los enfermos, que participando en los padeci– mientos de Cristo dan vigor a nuestra vida. Por éstos y por los demás bienes damos gra– cias a Dios. Mas de las faltas y limitaciones, que sincera– mente reconocemos, pedimos perdón, imploran– do con todos los hermanos «el espíritu de la santa oración y devoción ... , al que las demás cosas temporales deben servir» (II Reg., 5). -6.1-

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