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37. El sacrificio eucarístico, en el cual el mismo Cristo celebra con su Cuerpo, que es la Iglesia, el misterio pascual, ha de ser verdadero ban– quete de amor y vínculo de unidad. Ha de lle– gar a ser más y más el centro vital de toda la vida de los hermanos. Es muy de recomendar la liturgia eucarística en común, sobre todo concelebrada, como fuen– te y cumbre de nuestra vida fraterna (Constitu– ción n.º 35). Allí donde no sea posible la cele– bración comunitaria diaria téngase al menos pe– riódicamente y tomen parte realmente en ella todos los hermanos (ANALCTA OFMC Cap., 88, 1972, 262-264 ). 38. Será muy conveniente, como lo enseña. la expe– riencia, que en cada fraternidad sea designado un hermano o una comisión para la preparación de las celebraciones füúrgicas, a fin de que se vayan renovando de día en día de manera vital. Asimismo ha de cultivarse la fidelidad a las le– yes litúrgicas y la creatividad y espontaneidad en conformidad con el espíritu de las mismas (Ins– tit. Gen. Lit., 46, 47 et passim). Corresponde al capítulo local determinar, en concreto, el tiem– po y las modalidades (Const. n.º 37). -60-
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