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28. Corresponde a todos los ,hern:ianos el cuidado de crear un clima de silencio, apto para la oración, comprometiéndose de común acuerdo a hacer uso con moderación, y en espíritu de mutua com– prensión, de los medios de comunicación social (Const. n.º 43 y 77). 29. Cuando un hermano ve que, por el excesivo tra– bajo, no puede hallar tiempo suficiente para la oración, puede, más aún debe, recurrir a los mi– nistros (II Reg., 10; Const. n.º 157). 30. En la vida moderna, sujeta a muchas tensiones, con frecuencia resulta difícil mantener el ritmo cotidiano de oración; por lo tanto, será muy conveniente que cada hermano, y aún cada fra– terhidad, sin debilitar el ritmo diario, se procure tiempos fuertes de retiro (Ev. Testif. 35). 31. La experiencia humana presenta una doble di– mensión: la individual y la comunitaria. De aquí que la oración individual y la comunitaria se in– tegren recíprocamente. Cuanto más intensa sea la oración individual, tanto más viva será la par– ticipación en la oración comunitaria. La una no puede sustituir a la otra; más bien la una ali– menta a la otra. Si por cierto tiempo se da a una de ellas la preferencia:, no por eso ha de ser abandonada la otra. -57-

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