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creta de los hermanos; por lo tanto, necesaria– mente renueva las formas tradicionales sanas y crea nuevas formas adaptadas. 11. Quien posee el espíritu de oración, halla tiempo para la misma. Quien no halla tiempo, es que no posee el espíritu de oración. 12. La letra o forma sin el espíritu es muerta. Pero el espíritu sin la letra o forma no puede vitalizar la vida del hombre. Somos personas humanas, en las que el espíritu se halla «encarnado», he– cho cuerpo. 13. La oración puede ser expresada no sólo por me– dio de palabras, por fórmulas o ritos, sino tam– bién por medio del silencio, por diversas posi– ciones corporales, por acciones simbólicas y por signos, según el ejemplo de San Francisco. 14. Hemos de orar como hermanos menores. Somos verdaderamente hermanos cuando nos reunimos en el nombre de Cristo, en mutua caridad, de forma que el Señor está realmente en medio de nosotros (Mt., 18, 20; Perf. Car., 15; Const. números 11 y 72). 15. Sigamos y veneremos a la Virgen María, asocia– da a la pobreza y a la pasión de Cristo (Cons– titución n.º 39). Nunca separemos a la Madre del Hijo (Const. n.º 1; 160; 174). Ella es la senda -51-

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