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II. ESPIRITO Y VIDA DE ORACION 6. Es necesario que la oración brote bajo el impul– so del Espíritu, como respiración del amor, de la indigencia vita:l del corazón humano: el hom– bre no puede lograr su plenitud si no es saliendo del amor de sí mismo y entrando en comunión con Dios y con los hombres en el Dios-Hombre Jesucristo. En ese tránsito o éxodo hay quienes descu– bren a Dios más en sí mismo, mientras que otros lo descubren mejor en los hermanos (Mt., 25, 35 ss.). El itinerario del hombre hacia Dios, sujeto a alternativas felices y adversas, no de otra ma– nera que la evolución de cualquier amor entre personas, será supeditado a las leyes del progre– so vita:l. Largo, aventurado y lleno de atractivo es el camino hacia la consecución de la integridad de la madurez humana en la libertad de los hijos de Dios «hasta que Cristo quede formado en nos– otros» (Rom., 8, 22 s.; Gal., 4, 19). -49-

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