BCCCAP00000000000000000000678

cia de los hermanos y de las fraternidades acerca de las exigencias de la pobreza. Y los mismos religiosos han de procurar estimular la propia sensibilidad y responsabilidad en fo que hace a la pobreza, mediante el estudio personal, el diá– logo, reuniones, etc., locales y provinciales. 7. Los bienes inmuebles de la Orden han de ser considerados como bienes de la comunidad ecle– sial; por lo mismo, la revisión de nuestros bie– nes no es un hecho meramente interno de la Orden, sino que ha de ser mirado como hecho eclesial. Para la revisión, pues, de nuestros bie– nes ha de entablarse prudentemente un diá1ogo con la comunidad de la Iglesia local con el fin de hallar una solución común en beneficio de la Iglesia y de la sociedad civil del lugar. 8. Todas las posesiones de la Orden, en especial, campos, huertos y construcciones, que ya no son necesarios, y los demás bienes que no dicen bien con nuestra vida, deben ser enajenados o desti– nados a uso social. Y aquellos que todavía son necesarios han de conformarse a los principios y exigencias de la pobreza franciscana, habida cuenta de las condiciones sociales de la región y de la población a la que hemos de dar testimo– nio de nuestra pobreza. 9. La inseguridad material es uno de los elementos de la pobreza y hoy signo particular de solida- -34-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz