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* * * nerario de evangelización. La evangeli– zación, por otra parte, no concluya con la recepción de los sacramentos, sino que, mediante una constante cateque– sis, continúe vivificando los sacramen– tos ya recibidos (E. N. 47). Piedad Popular: aun reconociendo la necesidad de poner en evidencia los va– lores esenciales de la fe, debemos re– conocer también el valor de la piedad popular (E. N. 48). Esta, purificada de elementos malsanos y de desviaciones, puede ser un camino de experiencia de de Dios. No olvidemos que Francisco ce– lebró la Navidad con un grupo de per– sonas sencillas y promovió la devoción medieval a la Pasión del Señor. Deje– mos libertad a la espontaneidad de la gente, estando atentos a que estas ma– nifestaciones populares alimenten la fe, la esperanza y la caridad. Servicio a los pobres: optemos por vi– vir al servicio de los pobres y con los pobres. Esfuerzo· primordial nuestro se– rá intentar todo a fin de librarlos de su pobreza mediante una correcta promo– ción humana. Por otra parte, tendremos mucho que aprender de esta gente sen– cilla. Son de alabar aquellos hermanos que escogen estar más cerca de los po– bres y compartir con ellos la fatiga dia– ria de la pobreza. De este modo se pro– longará la sana tensión entre estructu– ras y exigencias de la pobreza que cru– za toda nuestra historia. Comunidade.s cristianas de base: en el Sínodo de los Obispos de 1974 fue re- - 50 -

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