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coherente, transparencia del Espíritu, agente principal y término de la evangelización (A. G. 25; E. N. 41, 75; Const. 33). Así será más fácil mostrar también a todos la imagen auténtica de hombres pobres, meno– res y realmente fraternos. El aspecto comunita– rio, típico de nuestra profesión de "hermanos", debe ser vivido con profunda entrega por los misioneros, no obstante las dificultades mate– riales que lleven consigo los compromisos y los puestos de trabajo. El valor de la vida fraterna y la posibilidad de vivirla efectivame:::ite debe– rán ser siempre salvaguardados. Implantación de la Orden 39. La nueva dimensión de las iglesias par– ticulares y el análisis de la situación estadísti– ca (disminución de misioneros extranjeros; au– mento de las vocaciones locales) nos inducen a prestar una atención particular al empeño por las vocaciones autóctonas. Para un trabajo siempre más eficaz de evan– gelización y de edificación de la Iglesia local, se creen centros de irradiación de nuestra espi– ritualidad y de nuestra vida franciscana. Todos los hermanos deben interesarse por la implantación de la Orden. Para la formación de los candidatos destínense los hombres más preparados y sensibles, no dudando de quitarlos -tratándose de esto- del trabajo directo de evangelización. De acuerdo con el espíritu de nuestra dis– ponibilidad y pluriformidad no se monten gran– des estructuras para la implantación de la Or– den. Atentos, más bien, a los modos de vida de - 48 -

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