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profética, de ser necesario, porque conserva la libertad de los hijos de Dios y no conoce el miedo. Sabe muy bien que no se trata, sencilla– mente, de salvar a los individuos en estas si– tuaciones, sino de juzgar las situaciones mis– mas a la luz del Evangelio, de promover aque– llos cambios que favorecen el advenimiento del mundo nuevo de Dios y de vivirlos personal– mente de manera ejemplar y creativa. Estados autónomos 21. Durante los últimos decenios los llama– dos "países de misión" -antes prevalentemen– te colonias- se han convertido en Estados autó– nomos. El misionero extranjero no goza ya de la autoridad y de los privilegios del pasado, si– no que viene puesto, también aquí, en segunda línea. El hermano menor acepta esta situación y no subraya ni critica las deficiencias de los jó– venes Estados (corrupción, tribalismo, incapa– cidad administrativa, etc. ), sino que se alegra• porque estos pueblos caminan hacia la propia identidad y dignidad. Reconoce que la descolo– nización ha impulsado también a la Iglesia en favor de _la promoción del clero autóctono y de una mayor conciencia y responsabilidad de las comunidades cristianas. Y es testigo -después de la lucha por la independencia política- de la lucha por la independencia económica, con– tra la ignorancia, las enfermedades, la pobreza, etc., en una palabra, por romper el círculo vi– cioso del subdesarrollo. El hermano menor se siente solidario con los "menores" y participa, como animador incansa– ble, en el esfuerzo del pueblo y del gobierno, bien sea alentando o incluso tomando parte en - 30 -
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