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* * * * mo tiempo, para aceptar el mensaje y los valores que están en los otros. Pro– clamar y saber escuchar, humildemen– te, al Señor a través de todo y de todos los hermanos. Por otra parte nuestra actitud minoríti– ca nos facilita la comunicación y el tra– bajo con los hombres, a ejemplo de Je– sús que se hizo hombre entre los hom– bres para servirlos y salvarlos. Imitando la táctica pastoral de San Francisco, especialmente con los más alejados de la fe, sepamos reducir el contenido de nuestra catequesis cristia– na al núcleo esencial del Evangelio: el alegre anuncio de Jesús Salvador y el amor fraterno. Aún manteniendo siempre como norma– la opción preferencial de evangelizar a los "pobres", no hemos de olvidar el ejemplo de San Francisco proclamando la conversión, la verdad, el bien y la paz del Evangelio también a los más poderosos y a los responsables de los pueblos. En la vida y actividad de los hermanos misioneros San Francisco ha querido subrayar, con su postura personal y con sus palabras, un elemento característico de nuestra identidad de menores: la disponibilidad a la cruz, al martirio. He ahí el camino y el método de una au– téntica evangelización cristiana, como la de Jesús. (I Regla 16; I Celano 55-57; II Celano 30, 152; Analecta Franciscana III, Quaracchi 1897, p. 21). - 20 -
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