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* * En el contexto histórico de la Edad Me– dia, la Misión Apostólica "entre los sa– rracenos y otros infieles" tenía las con– notaciones "circunstanciales" de un ac– to moralmente heróico. Por eso San Francisco, respetuoso de la personalidad de los hermanos y de la gracia e inspi– ración de Dios, quiere una seguridad y garantía especial. Empeños tan compro– metedores -ayer como hoy- exigen unos motivos claramente sobrenaturales y una comprobación atenta por parte de los responsables de la fraternidad. (II Celano 152; 1 Regla 16; 2 Regla 12). De otra parte, la tarea misionera no su– pone, por su naturaleza, un compromi– so de por vida para el franciscano, aún cuando pueda considerarse como "cierto carisma" particular de algunos herma– nos. De hecho ni San Francisco ni nues– tra legislación (hasta las últimas Cons– tituciones) han planteado el problema de la temporalidad de nuestro servicio misionero. Además, las condiciones de la actividad misionera, hoy distintas, al exigir generalmente un servicio subsi– diario, ofrecen una ocasión providencial para hacernos experimentar en concre– to la característica de la itinerancia franciscana. 12. La aportación específica de la actividad misionera del capuchino se concretlza mediante la coherencia personal y comunitaria con nues– tro carisma de Hermanos y de Menores, que consiste en encarnar existencialmente el Evan– gelio revelando, con alegría y sencillez, el amor del Padre hacia los hombres. Ser auténticos pa– ra ser creíbles. - 17 -

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