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a uniros a los pobres en su condición, a compartir sus pun– zantes anhelos... (ET 18). 94. ¡Tenemos tanto que hacer por lo que se refiere a la conversión de la que hemos hablado! Es una nueva escuela que debe pasar a través del corazón, tanto como a través de la inteligencia. Francisco frecuentó largamen– te a los marginados excluidos de su tiempo antes de en– tender plenamente su vocación. En las plazas públicas y en contacto con los marginados entenderemos también nosotros el sentido profundo de nuestra vocación, expe– rimentando nosotros mismos las injusticias y la violencia de las que son víctimas todos los días. Así es como Jesús aprendió, en contacto con los excluidos y despreciados de su tiempo. 95. Nuestros programas de formación inicial deben asegurar que los nuevos hermanos realicen esta experien– cia. Lo mismo es válido para la formación permanente. No dejemos pasar la ocasión de hacer conscientes de es– ta realidad también a otras personas, miembros de las frac ternidades de la OFS, a las personas con las que nos en– contramos en nuestros contactos cotidianos. Tengamos siempre presente que no es suficiente pa– ra los hijos de san Francisco proponer soluciones y alternativas: nosotros mismos personalmente debemos «ser» y «vivir» estas alternativas y rogar al Señor que nos ayude en este camino. Un agradecimiento particular a nuestros hermanos y fraternidades que comparten diariamente la vida de los más «pequeños», a todos los niveles; a quienes son soli– darios con ellos en el sufrimiento y la resistencia, a quie– nes realizan con ellos día tras día, a su manera y en los ambientes más dispares, el proyecto fraterno de Jesús. 96. Un elemento integrante de la conversión de Fran– cisco fue su renuncia a la violencia. En este mismo espíri– tu, reconociendo el valor de la persona humana, renun– ciamos a apoyar la utilización de la violencia como medio 53 Una nueva escuela Alternativas vividas Renuncia a la violencia
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